Pocas veces en la historia judicial de un país un objeto tan ordinario ha tenido consecuencias tan extraordinarias. Ocho cuadernos escolares, escritos con metódica prolijidad por un chofer del Ministerio de Planificación Federal, se convirtieron en la llave maestra que abrió las puertas a uno de los mayores escándalos de corrupción de la historia argentina. La bitácora de viajes de Oscar Centeno no era un simple registro de kilómetros, sino el mapa detallado de un sistema de recaudación ilegal que operó durante una década desde el corazón mismo del poder, exponiendo la arquitectura de un Estado paralelo. A continuación, las cinco revelaciones más impactantes que surgieron de la causa  judicial y que están en el requerimiento de elevación a juicio. Testimonios que no solo describen sobornos, sino que definen un sistema.
1. La confesión de un arrepentido: "la obra pública iba a ser un método de recaudación"
Una de las revelaciones más demoledoras del caso no provino de un político, sino del presidente de la Cámara Argentina de la Construcción, Carlos Guillermo Enrique Wagner. Su testimonio como imputado colaborador desmanteló por completo la defensa política de los "actos de corrupción aislados" o las "manzanas podridas", confirmando la existencia de un mecanismo institucionalizado desde la cúpula del gobierno.
Wagner afirmó que, en 2004, el propio Ministro de Planificación, Julio De Vido, lo convocó a su despacho para comunicarle una directiva presidencial. El mensaje era claro y brutal: la obra pública se utilizaría como una herramienta sistemática para recaudar fondos destinados a "gastos políticos".
"...en el año 2004 el Arquitecto DE VIDO me citó en su despacho y me dijo que por orden del presidente debía garantizar en forma personal el éxito acorde a los intereses del gobierno de las licitaciones públicas... Porque la obra pública iba a ser uno de los métodos de recaudación de dinero para los gastos políticos"
El empresario describió en detalle el mecanismo de cartelización: las empresas interesadas se reunían para decidir quién sería el ganador de cada licitación. Una vez adjudicada la obra, la empresa "ganadora" estaba obligada a entregar el "anticipo financiero" otorgado por el Estado a modo de retorno. Este sistema no se limitaba a una sola compañía; la causa judicial implicó a decenas de ejecutivos de las firmas de construcción y energía más prominentes de Argentina, como los grupos Calcaterra, Sánchez Caballero, Taselli y Eurnekian. La confesión de Wagner es impactante porque provee el plano arquitectónico del esquema, revelando no un simple desvío de fondos, sino una conspiración sistémica que implicaba la captura institucional del Estado por parte de funcionarios y una élite empresarial.
2. La continuación del esquema tras la muerte de Néstor Kirchner: "podés ser parte del problema o de la solución"
Tras el fallecimiento de Néstor Kirchner en octubre de 2010, quedó abierta la pregunta sobre la continuidad de las estructuras de poder y recaudación. El testimonio del ex Secretario de Obras Públicas, José Francisco López, ofrece una respuesta contundente y sitúa a la entonces presidenta, Cristina Fernández, en un rol decisivo.
López relató que en enero de 2011 fue convocado a la Quinta de Olivos. Allí, la presidenta le mostró uno de los cuadernos en los que Néstor Kirchner "anotaba todo" y le pidió que le explicara en detalle cómo funcionaba el mecanismo de recaudación. Este hábito del ex presidente fue corroborado por Miriam Quiroga, ex directora de Documentación Presidencial, quien en su testimonio judicial afirmó que Kirchner "tenía cuadernos espiralados, comunes" donde "anotaba los que le debían". Según el ex funcionario, la conversación con la presidenta culminó con una frase que operó como un punto de inflexión.
"...podes ser parte del problema o de la solución"
Este episodio no fue una mera sugerencia. Constituyó un momento crucial de transferencia de poder y una prueba de lealtad. La frase, lejos de ser ambigua, formalizó la continuación del esquema bajo un nuevo liderazgo, asegurando que las riendas del sistema de recaudación pasaban a sus manos. Este testimonio, validado por la evidencia del hábito de Kirchner de registrarlo todo, se convirtió en una pieza clave para establecer -según la fiscalía- la voluntad explícita de la ex presidenta de perpetuar el mecanismo heredado.
3. El origen inesperado: una "costumbre militar" y la curiosidad del chofer
La complejidad del sistema de corrupción contrasta irónicamente con la simplicidad de su registro. Oscar Centeno, el chofer de Roberto Baratta, no comenzó a escribir con la intención de denunciar a sus jefes. Su motivación inicial, según declaró, era mucho más mundana y metódica.
Centeno explicó que empezó a tomar notas por una "costumbre castrense de anotar fecha y hora de los lugares donde uno va". Lo que inició como una simple bitácora de viajes para no olvidar direcciones evolucionó cuando se percató de la naturaleza de su carga. Al darse cuenta de que los bolsos que transportaba contenían dinero, su curiosidad y su método lo llevaron a añadir detalles con rigurosa precisión.
"Cuando vi que las personas que trasladaba empezaron a llevar bolsos con dinero pues ellos mismos hablaban empecé a anotar con mayor precisión, todos los datos que veía o tomaba conocimiento."
Curiosamente, Centeno relató que dejó de escribir tras la muerte de Néstor Kirchner, creyendo que "iban a dejar de hacer esos viajes de recaudación". Sin embargo, cuando vio que el sistema continuaba, retomó sus anotaciones. Esta revelación subraya la paradoja central del caso: un multimillonario esquema de corrupción fue meticulosamente documentado no por un plan de espionaje, sino por la costumbre metódica de un ex militar.
4. La logística del dinero: recorridos, entregas en video y el búnker de los Kirchner
Los cuadernos de Centeno no son solo palabras; son una guía logística que, complementada con filmaciones, ofrece una visión sin precedentes del circuito del dinero. Los funcionarios, principalmente Roberto Baratta y su secretario Nelson Lazarte, recogían bolsos con dinero en sedes de empresas o en la vía pública, a bordo de vehículos como el Volkswagen Passat dominio GIG-850 o la camioneta Meriva IIC-258. Los detalles eran tan minuciosos que el expediente judicial incluso contiene nueve facturas de una marroquinería donde se compraban los bolsos utilizados en la operatoria.
Los fondos tenían dos destinos finales principales. El primero era el departamento del matrimonio Kirchner en la esquina de las calles Uruguay y Juncal. El segundo, la Quinta Presidencial de Olivos. En ambos lugares, la persona que frecuentemente recibía los bolsos era Daniel Muñoz, el ex secretario privado de Néstor Kirchner. Las narraciones en video de Centeno añaden una capa de flagrancia casi cinematográfica, como la que describe una entrega de 1 millón 300 mil dólares:
"En estos momentos, baja el licenciado con dos bolsos que se trasladó del auto de Hernán GÓMEZ... e ingresó con MUÑOZ para dejar toda la plata, aproximadamente un millón trescientos mil dólares (U$S 1.300.000)."
Otro video, del 23 de julio de 2010, es aún más contundente. Centeno narra el traslado de una valija y un bolso con "en total cuatro millones de dólares (U$S 4.000.000) recaudado", y especifica: "El dinero fue recibido en mano por el Dr. Néstor KIRCHNER que le entregó BARATTA". Estos detalles -direcciones exactas, patentes de vehículos, montos y la identidad de los receptores- le dieron a la causa una base fáctica tan sólida que resultó difícil de refutar, transformando las acusaciones en una crónica de la ruta del dinero.
5. El clima de extorsión y violencia: "hagan lo que quieran, pero los vamos a hacer sonar"
Más allá de la corrupción financiera, los testimonios de varios imputados colaboradores pintaron un cuadro de coacción y abuso de poder. Lejos de ser un acuerdo entre partes, el sistema operaba en un clima de extorsión donde las empresas que no "colaboraban" enfrentaban serias represalias.
Claudio Uberti, ex titular del Órgano de Control de Concesiones Viales (OCCOVI), narró que Julio De Vido le comunicó que el presidente Néstor Kirchner (a quien se referían como "El Malo") se negaba a firmar contratos de concesiones porque él "hizo las cosas demasiado bien y no arreglaste la guita con la gente". El testimonio de Francisco Rubén Valenti, directivo de la empresa IMPSA, es aún más explícito. Relató cómo la compañía fue presionada para ceder y la amenaza directa que recibió del entonces Secretario de Obras Públicas, José López.
Claudio Uberti, ex titular del Órgano de Control de Concesiones Viales (OCCOVI), narró que Julio De Vido le comunicó que el presidente Néstor Kirchner (a quien se referían como "El Malo") se negaba a firmar contratos de concesiones porque él "hizo las cosas demasiado bien y no arreglaste la guita con la gente". El testimonio de Francisco Rubén Valenti, directivo de la empresa IMPSA, es aún más explícito. Relató cómo la compañía fue presionada para ceder y la amenaza directa que recibió del entonces Secretario de Obras Públicas, José López.
"...finalmente LÓPEZ me dijo ‘mirá hagan lo que ustedes quieran pero si no es acá o a la vuelta de la esquina los vamos a hacer sonar’"
Estos testimonios muestran la perversión fundamental del poder estatal. El Estado no fue solo un vehículo para el enriquecimiento ilícito, según sostuvo el fiscal; fue activamente armado como un instrumento de coerción contra el sector privado. La amenaza no era simplemente perder un contrato, sino ser "hecho sonar", es decir, destruido. Este clima de temor evidencia un colapso total del estado de derecho, donde el poder público se usaba para intimidar y extorsionar, en lugar de para proteger.
Los cuadernos de Oscar Centeno hicieron mucho más que sacar a la luz una serie de actos de corrupción. Revelaron la existencia de un mecanismo paraestatal y sistemático que, durante años, operó desde las más altas esferas del poder, involucrando a funcionarios y a una parte significativa del empresariado. Las páginas de esos diarios escolares se convirtieron en un crudo recordatorio de cómo las instituciones pueden ser capturadas y puestas al servicio de intereses privados.

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